El elefante sagrado de Hampi.

Nos parecía una vida monótona y aburrida la de esta joven elefanta, siempre encerrada en el templo bendiciéndo uno tras otro, a los peregrinos que se acercaban a ella. Pero a parte de los cuarenta kilos de comida diaria, tiene como recompensa una hora de baño matutino.
Tras descender hábilmente la veintena de escalones que conducen al río, ésta se sumerge en el agua y deja que sean sus cuidadores, los que se encarguen de frotarle su áspero y enorme cuerpo.
Puede ser, que este elefante a fin de cuentas no viva tan mal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola chicos
Aunque lleve días sin poneros nada por aquí, no dejo de visitar todos los días vuestras andanzas. Imagino que estareis recibiendo algunos correos míos que imagino os alegrará un poco las caritas, como la del elefante ese que vive como un marajá.
Un beso muy grande para los dos de parte de esta "family"
Gonzalo